Mi Planta de Naranja-Lima, de José Mauro de Vasconcelos, es una novela que trata de un chico llamado Zezé. Tiene entre cinco y seis años. Pertenece a una familia muy pobre. Un día hace un amigo, Portuga. Está mucho tiempo con él, hasta que, un día, en la escuela, se entera de que fue atropellado por un tren. Se pone muy triste, pero al final logra superar su tristeza.
Zezé también tiene otro amigo, una planta de naranja-lima, con quien conversa y juega. Él la llamó Minguito o Xururuca, y los demás (su familia y Portuga), su “planta de naranja-lima” (de ahí el nombre del libro).
El momento más importante es el momento en que Zezé se entera de la muerte de su amigo (Portuga). Las reacciones que toma. Para él y para los lectores es un momento muy fuerte. Para él, porque perdió a uno de sus dos amigos. Zezé vivía solamente por el Portugués (otra denominación de Portuga), y cuando este murió, aquel ya no le encontraba sentido a su vida. Para los lectores, porque a partir de allí leen la historia de otra manera.
Para mí, el tema principal es la determinación. Esa voluntad y decisión que tiene el protagonista para tomar decisiones; la más importante, vivir o morir.
Otro tema importante es la amistad. La amistad que él va haciendo con Portuga a medida que transcurre la historia. También es importante la confianza. Zezé, a lo largo del relato, confía en muchas personas, y en otras, no.
Yo no me identifiqué con ningún personaje en especial. “Empatan” Zezé, Gloria y Totoca, estos dos últimos, sus hermanos. Me identificaría con los tres, pero no con uno solo. Con Gloria, por su edad. El libro no lo dice, pero supongo que tiene más o menos mi misma edad (catorce años). Además, toma las mismas decisiones que tomaría yo si estuviera en su lugar. Me identifica con Totoca porque yo me imagino cuidando y jugando con un hermano menor, pero no que me eduque uno mayor. Y me identifico con Zezé porque es el protagonista de la historia.
El libro me hizo pensar en el maltrato infantil; también en que, como dice al final, a Zezé le “contaron las cosas demasiado pronto”, es decir, tuvo que vivir (en ese momento) como adulto. Por otro lado, creo que no es real que un chico de cinco-seis años viva (y sufra) tantas cosas. Los niños de seis años apenas se dan cuenta de la realidad. Creen que todo es fantasía, que todo es “un dibujo” o “una película”. También es irreal que un árbol hable y se transforme en caballo, como Minguito.
Lo más valioso del libro son las actitudes de Zezé, y lo que decide hacer para ser feliz.
En conclusión, es un libro que tiene muchas reales y otras tantas imaginarias. En este libro, el autor relata algunas cosas de su vida; otras las imaginó. No recomiendo esta novela a personas sensibles, dado que, en el capítulo 3 de la primera parte (cuando Zezé y Luis, su hermano, encuentran cerrada la tienda) y cuando Jesús le dice a Zezé que su amigo “está en el cielo”, es decir, que murió, yo casi lloro. Mi mamá dice que lloró al leer el libro.
Zezé también tiene otro amigo, una planta de naranja-lima, con quien conversa y juega. Él la llamó Minguito o Xururuca, y los demás (su familia y Portuga), su “planta de naranja-lima” (de ahí el nombre del libro).
El momento más importante es el momento en que Zezé se entera de la muerte de su amigo (Portuga). Las reacciones que toma. Para él y para los lectores es un momento muy fuerte. Para él, porque perdió a uno de sus dos amigos. Zezé vivía solamente por el Portugués (otra denominación de Portuga), y cuando este murió, aquel ya no le encontraba sentido a su vida. Para los lectores, porque a partir de allí leen la historia de otra manera.
Para mí, el tema principal es la determinación. Esa voluntad y decisión que tiene el protagonista para tomar decisiones; la más importante, vivir o morir.
Otro tema importante es la amistad. La amistad que él va haciendo con Portuga a medida que transcurre la historia. También es importante la confianza. Zezé, a lo largo del relato, confía en muchas personas, y en otras, no.
Yo no me identifiqué con ningún personaje en especial. “Empatan” Zezé, Gloria y Totoca, estos dos últimos, sus hermanos. Me identificaría con los tres, pero no con uno solo. Con Gloria, por su edad. El libro no lo dice, pero supongo que tiene más o menos mi misma edad (catorce años). Además, toma las mismas decisiones que tomaría yo si estuviera en su lugar. Me identifica con Totoca porque yo me imagino cuidando y jugando con un hermano menor, pero no que me eduque uno mayor. Y me identifico con Zezé porque es el protagonista de la historia.
El libro me hizo pensar en el maltrato infantil; también en que, como dice al final, a Zezé le “contaron las cosas demasiado pronto”, es decir, tuvo que vivir (en ese momento) como adulto. Por otro lado, creo que no es real que un chico de cinco-seis años viva (y sufra) tantas cosas. Los niños de seis años apenas se dan cuenta de la realidad. Creen que todo es fantasía, que todo es “un dibujo” o “una película”. También es irreal que un árbol hable y se transforme en caballo, como Minguito.
Lo más valioso del libro son las actitudes de Zezé, y lo que decide hacer para ser feliz.
En conclusión, es un libro que tiene muchas reales y otras tantas imaginarias. En este libro, el autor relata algunas cosas de su vida; otras las imaginó. No recomiendo esta novela a personas sensibles, dado que, en el capítulo 3 de la primera parte (cuando Zezé y Luis, su hermano, encuentran cerrada la tienda) y cuando Jesús le dice a Zezé que su amigo “está en el cielo”, es decir, que murió, yo casi lloro. Mi mamá dice que lloró al leer el libro.